martes, 28 de junio de 2011

Sos

Cuando el cielo tiene prisa, ¿has oído el viento acelerar tu oído? Te has sentido como el último aliento vivo del que está por morir, las nubes se tuercen y reinventan, algunas veces fantaseo con los cielos recogiendo mi último suspiro, que me elevo, ¿te has soñado entre el cielo claro?, un relámpago y la lámpara de petróleo que está por acabar. Una escena que podría retratar.

¿Has visto la tierra cruda, reseca, palpitando el calor de marzo? Cuando azota el trueno y la paz se regurgita de entre el centro de un oscuro pensamiento, como la marea, como la sal de la cara avasallada, amo lo que veo, veo lo que entiendo, entiendo lo que soy, soy lo que anhelo. La bujía de un ojo tenue, la cuerda del arpa, el arco del árabe, el verde del pasto, la calma del añil, el unicornio que no volvió a casa y de blanco se murió, del olor a lo diurno colorado, del azúcar y el azar. Una ojera de poeta, una mano que tiembla en el adiós, el dinero muriendo, la sonrisa falsa, el despertar de una pareja que apenas se conoce 20 años después de casados. Una escena que podría retratar.

Catarsis en tu dentadura vomitando falsa esperanza, inexacta letra escarlata para firmar el deceso anunciado, el mosco, la hinchazón, el veneno, la molestia, quien te rasca, quien te solapa, quien te pide abrir esos labios delgados y exige el grito de dolor de tus tripas, quien recuerda que el juego termina con la última figura de pie en el tablero, quien recuerda que una fantasía era la lluvia de agosto en las calles de la Sorbona, quien te penetra y no te sufre más que los demás, quien te revisa el iris y sabe que tu corazón está por acabar. Una escena que podría retratar.

Con el coral de rodilla y el perro acurrucado en un momento, con la fácil cadencia del amor que empieza, con la rara sensación de conocer a alguien nuevo desde hace tanto tiempo, como aquel sentimiento de que ya vivimos en una casa que no tiene ni largo o alto, ni ancho, sólo tiempo, rompiendo las puntas de los lápices que se enredan en la hierba del salero cántabro, sin luz en el candelabro, con ojitos, sin manos para acariciar, con los brazos recién reventados, sos cama, porque en ti reposo, sos el olvido del cerrojo, sos la puerta abierta de la casa todo el domingo por la mañana, sos una escena que podría retratar.

La recomendación de la semana: While my guitar gently weeps, los beatles de Liverpool port.

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