lunes, 21 de marzo de 2011

El puente a las bodas de Cana.

"Llenad de agua las tinajas: Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dijo: Sacad ahora y llevad al maestresala. Así lo hicieron. Cuando el maestresala probó el agua convertida en vino, sin saber de dónde provenía, aunque los sirvientes que sacaron el agua lo sabían, llamó al esposo y le dijo: Todos sirven primero el mejor vino, y cuando ya han bebido bien, el peor; tú al contrario, has guardado el vino bueno hasta ahora. Así, en Caná de Galilea hizo Jesús el primero de sus milagros con el que manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él".


¿Agua en vino? Eso era un milagro, pero un señor milagro hubiera sido, que en pleno mediterraneo, Cristo hubiera convertido el agua en atole de chocolate, o en aguita de piña, si ni conocían las piñas por allá , algo que no fuera alcohol pero este milagro deja en obviedad que Dios quiere que bebamos y así siguiendo su mandato, éste fin de semana me dediqué a complacer al señor.


Fui al cumpleaños de dos de mis amigos más antigüos a una casa de campo, tenía otros planes pero ya saben, en la semana se fueron modificando y se puso en japonés cumplir con ellos, así que previa compra de chelitas en Valle Dorado con el negrito, fuímonos arrimando a la perdición campirana.


La ida no fue el problema, esa fue de bajadita, el regreso, ese si, se puso cuesta arriba. Por ahí de las dos de la mañana, algo me molestó en las paredes de mi mente, decidí salir del lugar a buscar "pelea" en otro lado, no recordaba hacia donde, dicen que fue un poquito rapidito que me salí, tome carretera, y lamentablemente, me encontré por primera vez en condiciones dudosas para pasar mi tercer examen de alcholímetro, sobre periférico, acá comienza la verdadera aventura del fin de semana, reprobé con 4.1 el nivel mínimo de alcohol, según me comentaron era de 4.


Poco a poco ví como se iban llenando las patrullas con mismos cuates en mismo estado, yo ya iba con dos compañeros en desgracia que habían sido previamente arrestados y se encontraban en condiciones depresivas, esperamos a un 4to quien no tardó en llegar igual con cara de circunstancia, aproveché el tiempo para hacer llamadas de aviso y auxilio, mandar mensajes, en fin, informar donde y como estaba, me dispuse a cumplir mi condena, -antes de colgar el teléfono le dije a mi primo, bueno, no me voy, me llevan"- y me puse en humor, a soportar con risa la desgracia, por tomar y manejar, por no salirme en Arboledas, por no cenar alguito, por tomar tequila como un perro del desierto de Matehuala toma agua en Abril a las 3 de la tarde.


Ya una vez en la patrulla, comenzamos con las normas de etiqueta, "cómo te llamas, espérate pónganse vivos para ver si nos chispamos,oye guey, cuanta lana traes tú- pos como mil, y tú, pos igual, oye y si le decimos que le damos 4 mil entre todos, no van a querer, o tu déjame negociar a mi, ya verás, yo soy bien bueno para eso, si guey pero ya se llevaron los coches en grua, mmmta ya valió, de esta si ya no nos salvamos-"


Llegamos frente al "Licenciado", nos quitaron cinturón, cartera, celular, cámara, y agujetas, en mi caso, los zapatos completos, "sólo porque no quiero quitarme las agujetas", -pos como uste quiera joven, sólo le digo que el piso esta frío- Y una vez firmadas las bolsas de las pertenencias, a cumplir las condenas. Llegué a la "celda", una especia de sala, donde ya dormían unos 5 sujetos, deprimidos, ojos rojos y mocosos, en una salas imitación piel café amplias, con televisión de pantalla plana y un baño privadito, con puerta de menos. Eso si, con todas las ventanas cubiertas de plexiglas, y unos pequeños agujeritos para permitir la entrada del aire. Empece el alboroto, "y tú por qué estas aqui" "yo soy presunto culpable" "eeeeeey no hay cable, devuelvan las entradas, devuelvan las entradas" "y usted por qué me acusa, porque es mi chamba" y la fresada a reir, llega el poli molesto, a ver pinche gordito, ahorita se te quita lo simpático, y voy pa´ fuera, me pongo nervioso, y zaz, segunda galera.


Acá están los jodidos, todo es de azulejo naranja o café, dos camas de piedra montadas en la pared, todos debajo de ellas porque ahi no pega la luz, sólo hay piso, los baños no tienen puertas, están a la vista y todos orinados, acá la banda, se les nota, mientras los primeros fueron detenidos a las 2 de la mañana, por ebrios, arriba de sus coches, en fin de semana, estos de la segunda jaula, estan por andar bebiendo en la calle, por pelearse con su mujer, por aventarle piedras a otro señor, por fumar mariguana, estos son diferentes, tú por qué estas aquí me preguntan, rápido pienso, por pegarle a un policía cuando me estaba deteniendo, si pero por qué te detuvieron, no me acuerdo les digo, chale, y tus zapatos me dice otro, pues me los tumbaron, chaaaaale y porque te traía del pantalón el tira, pues porque también me puse agresivo aquí, aaaaay si muy chingón, pues dile al tira que cómo le fue y todos a reir-"ánimo delincuenciaaaaaaa gritaba el último llegado" antes de ser callado por el tinaco "otra de esas y te rompo tu madre, déjame dormir". Acá tardé en adaptarme, pero el hecho de que llegara el policía y me dijera, "no me estes chingando, lo tuyo es inconmutable ni me preguntes cuanto te quedas" me ayudó muchísimo. No maaaaaanches inconmutableeeee. si le rompiste la madre muy cabrón o qué, (uffff, no saben que es incomnmutable y les suena tan feo que ya la hice,pensba) Y de dónde eres, pues de Veracrúz, y por qué no tienes acento, porque vivo aqui de mucho tiempo, y así, poco a poco se iban unos, llegaban otros y cuando me quedé con 2, vino el policía por mi, ya te estas tranquilito, y que me regresan a la jaula popis.






Allá ya estaban firmando unos papeles que según se firman a la mitad de la condena, hay quienes los firmamos a las 4 horas, otros a las 8 horas, y otros a las 12, dependiendo del grado de alcohol que uno trajera cuando se hace la prueba, yo tenía nivel de 8 horas de pena, pero no me dieron a firmar nada, nos formaron y separaron, y cada que nombraban a uno le decían, pagas 1500 o te sigues las 4 horas que te faltan, y entonces me volvía la vena simpática y les hacía la música de la catafixia y ya se reían los tiras, estos ya era los del cambio de turno, estaban frescos y aún de buen humor por la mañana, luego daban unos papeles y se imponía la música de graduación taaaaaaa, tararaaaaaa raaaaaaa raaaaaa, y se fueron relajando también los presos, "ánimooooo delincuencia" y acá nadie me calló, me estaba pasando un rato bomba, conocí a un pobre joven de 22 años que venía de Querétaro a una comida el día domingo y no tenía modo de comunicarse, su comida era en Arboledas, "pues te esperamos y nos llevas, al fin tu eres de los de 16 horas, te podemos esperar y nos presentas con tus primas- "estos son mis amigos, los conocí en la cárcel" y sino me desquito contigo le decía, y se quedaba serio, no es cierto, a la gente de provincia se le quiere acá, tú como tratas a los chilangos por cierto, nooooo pues yo muy bien, si mi papá es de aquí, yo nací aquí, -más te vale- y toda la banda a reir menos él, se asustaba muy rápido.


Conocí a otro que vivía en Gaviotas, un señor ya de 40 y tantos, éste ya me hizo reflexionar, él ya había atropellado a alguien tiempo atrás, se había tenido que fugar de taxistas, había tenido que ir a Barrientos, le había salido en 450 mil pesos el chistecito y no había entendido, su mujer le habría dicho cuando le dieron el derecho a la llamada "ya hablé con el juez, traías tanto de alcohol, y te vas a quedar 16 horas, conmigo no cuentes", ya no me dio risa, sólo atiné a decir, pues manito, es que si la verdad lo que hicimos no es una gracia. Se vino la reflexión en la galera, al tiempo que pasaban Batman en la tele.


Policíaaaaaaa quiero mi llamada gritaba,  un vasito de agua, mi notificación de menos, quiero saber porque ya todos los de 8 horas se fueron y yo sigo acá, -el agua esta prohibida- me decía, de la llamada nada me notificó, estaba incomunicado, "mis papás son cardiacos poli, por eso no le van al Cruz Azúl, necesito avisar" y venían los que hacían la llamada, "agarraron a una chavita de 17 años, por robar, esta llorando bien nerviosa" todo el pinche futuro por delante y ya regándola. El calor se elevaba, qué hora será, ponle al 2 a ver si hay fútbol, una aspirina, me siento muy mal, Getzemaní se preocupaba, en mi coche había mota, ¿no la detectarán? Pues quien sabe, pero ya te hubieran dicho algo, si verdad, oye y tú Abel, no se querrán pasar de listos contigo, que te vayan a agarrar para justificar otra cosa sólo porque les caiste mal, y que me pongo otra vez a pensar, justo cuando me entraba el miedo, el policía pregunta por mi, me sacan, me dan mis cosas, me dicen, paga su multa ahora o luego, pagué, salí, respiré y estaban dos chavos afuera de los que estuvieron conmigo, eeeey foto de genración, nos vemos el próximo sábado acá, afuera si ya dan ganas de reir pero más de verguenza que de otra cosa.


Le hablé a un amigo, fuimos a comer, luego llegó otro, y otros 2, eso si, con la misma ropa, con los zapatos sucios, con la memoria intranquila, y recordando, ufff, yo me quería ir al péndulo, seguro hubiera atropellado a alguien, que bueno que es domingo, y estoy comiendo mariscos con mis aimgos medité.


Risas aparte ¿cuánto valen las cosas tan pequeñas como que puedas salir a comer un domingo con tus amigos? Cuánto el no tener en la conciencia un atropellado o pleitos con tu familia. Es algo que tengo que llevarme, espero este puente me haya llevado a un lugar mejor, la experiencia ya la tengo.


La recomendación de la semana Street fighting man de los Rolling Stones, en honor a la calle.

jueves, 17 de marzo de 2011

Hoja al vuelo.

Salir al mundo sin salir de mi cuarto, en volandas uno viaja desde arriba de una bóveda celeste, puede ser el espíritu del cual me sostengo, una pared de libertad, las montañas terminadas en puerto, el calor de las manos que hoy dejo de sostener, este es el fin, aquí te termino de contar mi vida, acá te bajo del barco, recuerda, esto era un puerto, esto es hoy, un nuevo rosal.

El pañuelo, que antes caía en tu yugo, salpicaba mi nostalgia por tus besos, hoy alza vuelo y estremece el sentido, loca libertad, la de Gandhi, la de Mandela, la de la cárcel  que perdona y procura el amor que enaltece, la de cárcel y buenos deseos, la que se cierra con rejas muy fuertes y un enorme candado de pan y chocolate, te vas, porque yo ya no me quedé a ver si te ibas, te fuiste,  porque cuando quieras venir a por mi, yo estaré a dos pasos de gigante de aquí, a tres vuelos de molino, a dos avalanchas de nieve y almendra, durmiendo en un naranjo nuevo y frondozo, sin risa y llanto, con la cabeza recargada en lo fresco y el ojo brincando en el pasto.



Ya regresé firme para mi, casi que duele volar sin cadenas, viajando libre, sin maletas ni horarios, sin saber cuando vuelvo o si lo hago, con las ciruelas que sembré, hoy me veo completa, sin que pueda recaer, así por la distancia, que marca el mundo será Canada, ahi donde el tiempo no merecía, donde la caricia se hizo añicos, donde al vuelo de una hoja, regresé para apoderarme de mi cuerpo, de mi mente y de lo que tu quieres pero ya no tendrás.

Releo mi espejo, vuelvo para no regresar a cantar, sin el ritmo que marcaron tus pasos, la responsabilidad mía y única de la felicidad, el azúl, el verde, el morado, todo lo que se tenga que ir, ya lo he guardado, desde la misma barra de un lejano garito, con la noche espartana, con la lanza llena de sangre noble, sin Elena, con hambre de respirar, tú si sabes como, con ese aire frío, que se cuela entre las cejas y los sueños, con ese dolor frío que arremete y cala en la sonrisa, así te dejé hoy que el teléfono colgué. Vuelve a llamar, tal vez te conteste, no se desde que parte del mar.

Al valor de Alejandra Diaz.
La recomendación de la semana: Nessun dorma, cualquier versión del gran Lucciano.

viernes, 11 de marzo de 2011

La gloria pequeña (glorieta) de los Insurgentes.

Caminaba hoy por ahí, saliendo de la calle de Oaxaca buscando rumbo hacia Havre, de sur a norte, todavía consternado por la cantidad de pornografía gay que se vende sin tapujo alguno en Insurgentes cerca de una escuela, en las medianias a la glorieta de los Insurgentes.

Bajaba las escaleras hacia el metro, esas escaleras donde reporteaban hace 3-4 años el fenómeno de los punks golpeando emos, de los rockers golpeando emos, de los ñeros golpeando emos, de los ¿taqueros? golpeando emos, aquél fenómeno que hizo de los emos, una tribu urbana perseguida y odiada, nunca entendí por qué, de Monterrey hasta Chetumal.

Sangre de juego, sangre de intolerancia, "ese era el campo fértil donde a los mexicanos les dejó de importar si mataban a su hermano o su primo" se podrá describir si dentro de 35 años nos vamos a la mierda como sociedad. Una película que no tendrá un final muy entendible.

Entrando a la glorieta recordé las historias de los antiguos, esas historias que me hacen anacrónico, como si hubiera vivido una época que nunca me correspondió, esa época donde las personas mayores al platicar conmigo llegan a decirme "recuerdas aquellas...." para reflexionar que soy 30 años menor.



Así recordé y me quedé callado, mientras un "mono" estaba al lado viéndome con cara de intriga, observando el rededor de la glorieta, la orilla, lo que se le quita al pan bimbo si no conoces el hambre, pensando, cómo habrá sido aquello que me refería mi papá cuando pasábamos por acá, 10 miutos para mi, para respirar mi adolescencia.

Imaginé lo que decía mi papá cuando circundábamos por fuera en las noches que veníamos del sur. Casi pude ver esos pequeños bares de "before", teniendo motivos de guitarras rock n´roleras, peluches, fumarolas, estolas, pelucas altas, labiales naranjas, tacones altos, uñas de pies y manos pintadas de intensidad a la orilla de una fuente que en su momento tuvo que ser hermosa, y que hoy es una colección de orines y escupitajos, chamarras de piel o lana, con codos bicolores, patillas, sombreros, todos ansiosos por empezar la noche, justo en la última garra de la Zona Rosa, donde la "chaviza" bailaba sus rituales extraños ago-go en los bares que hoy son cafés internets o baños públicos, antes de que llegara el demonio, en lo que hoy ya es la estación del temido metro, esa bestia naranja de hierro que comunica y populariza, comprobando que es cierto, todo lo que toca el metro, lo destruye, lo hace social, real y humano-mexicano, esa parte humano-nacional que nos empeñamos en borrar de nuestros modos, al hablar en inglés, viajar al extranjero, tomar whisky, comer en Chilis, comprando ropa italiana, café árabe, escuchando música inglesa. Algo debe de estar mal cuando un japonés y un mexicano visten idénticos y se suben al mismo coche para comer en el mismo lugar, beben lo mismo y mueren de una sobredosis de la misma droga, todo en sus paises de origen. El metro, ese hermoso animal que un día será el subway.

Me acordé de mi prepa, de la última vez que estuve ahí, me dio la nostalgia normal cuando chocas de golpe e imprevisto con algo que te marcó, ahi me asaltaron una vez, ahí besé a alguna (no te delates) alguna vez, ahi me quedé de ver con tantas personas alguna vez, y 10 años que no me metía ahí, ni tan solo una vez. La casa comunal de un capitalino al menos una de ellas, de un suburbiano dirían los ingleses, la vuelta a la vida, a la pequeña gloria, a la glorieta.

Ahi sigue, no en las Lomas ni en Polanco, el corazón de la capital y la psiquie del miedo de su sangre, nosotros los capitalinos, ahí perdura y trascienden al tiempo la esquina de los mariguanos, la laja de los raperos, los mismos emos, un mara pidiendo un poco de ayuda y luego buscando la manea de culear a quien le acaba de ayudar, muchos indigentes de los felices y de los perdidos, de los agraviados, una melé de carteristas, paqueros, cadeneros, gatilleros, retinteros, chineros, contando los botines justo al lado de policías gordos tomando fanta y riendo con dientes de metal, puestos de tacos sumergidos en grasa, estudios improvisados de fotografía, baños con agujeros de la gloria, negros, gays, machines, achicopaladores, barrios, estudiantes de secundaria y sus uniformes de lagartijos o cucarachos, mamás con tacones, los fresas espantados que voltean a todos lados, los que aún usan walkman, los bailadores de break, los que oyen reegae, y los que como yo, fuimos de una tribu, que nunca fue lo suficientemente importante como para tener una ideología que nos identificara. Los perros analistas.

Ahí están todos los parias, parece que son los mismos pero con diferentes caras, si ya no se oyen las mismas palabras si se oyen los mismos tonos, algún mismo acento, es un respiro después de lo que atormentaba hace unas semanas, el por fin ya encontrarme con lo que extraño, pocas personas saben que yo bajo al inframundo y no huyo, sólo a ver y respirar, siempre seré o grunchero, o fresa, o sateluco, o niño malo con cara de bueno, pero como ellos no se han ido yo aún me supe mover, porque el temor es lo que no puedes mostrar, porque un capitalino orgulloso, debe de saberse manejar, en la pequeña gloria de un insurgente, aunque sea de ida y vuelta, trajeado como no debería, buscando las venas de Avenida Chapultepec, en la impresionante calle de Havre, ahí donde radica, la Embajda de Veracruz encalavda en la hermosa Ciudad de Tenochtitlan.

Larga vida al Atlas de Guadalajara esta semana.
La recomendación de esta semana: So young, de los Stone Roses.
Gracias a mis lectores por sus comentarios jeje.

viernes, 4 de marzo de 2011

Acrofobia



Lo que arrastra mi mirada a la perdición, me enjaula en una colmena, zumbando  corduras atando la sin razón, tiene que ser el hilo de tu falda negra. Con el ojo negro en canica inflamado, el colmillo ensartado en la boca rota, la tarde caliente que apenas se muere y el ajuar en la casa  de vivos que mueren.

Tienes el ritmo quemando las piernas, el sudor de la histeria en un tráfico eterno, la sangre que sube luego baja  y en lajas se arrea, el jadeo eterno de una noche que embruja, desata volcando las manos sin tregua, la lluvia esmeralda de tus  piernas eternas.

Para vivir hay que cantarte un poema alegre, alegre un poema te canto si muero, que no hay que voltear atrás dice un letrero, que se hunde el equilibrio si me incluyo en tu cintura , mi  risa que curva los llantos del río del Duero. Así, desde lo alto de tu pecho,  el vértigo de volver de una montaña cerrada, el rezo eterno azúl a San Patricio, la firmeza y la caricia del cuerpo solidario, una canción con olor a carbón, roble y mar de estela.

En tu piel, un mar de libros que si se leyeron antes de morir en la fogata turca, el gran amor que deja cosas pequeñas, las mañas obscenas, ¡no voltear abajo! puedes morir de pena, toda una historia de cómo hacer la vida, cómo matar el amor, como elevar la cadera y así desde lo alto, rodar pista abajo y casi al caer, encontrar tu mano blanca, que me coje en vilo, ¡ y al aire otra vez! repitiendo el truco siempre por la vida turbia.

Sagrado.

Recomendación de la semana, Coisas Pequenas de Madredeus.